El asiento vacío
Ahí estuve en un café conocido de Buenos Aires cuando oí el canto de una voz lejana: "Rechiflao en mi tristeza, te evoco y veo que has sido."
Sentado,
yo miro las cenizas quemar.
La mano derecha escribe las penas del humo
que el viento se las quiere llevar.
Serán prisioneros de mi cuaderno,
mi lápiz el juez,
que con cariño paterno
se ocupará que la luz
del día no podrán ver.
Anoche estirado no dormí.
Me toca hoy dormir sentado,
embriagado por el jugo del lambrusco,
intoxicado por el humo que busco,
mientras al frente mío
hay un asiento vacío
que me tienta y me dice:
“Quedate tranquilo.”
Escuché su susurro y le contesté:
“Pero tú no lo sabes, asiento querido,
yo hice lo que hacer no quise.
Fue un quilombo tan a mi estilo,
y ella terminó con el corazón herido.”
El asiento vacío me dijo:
“Acostumbrado estoy a estas
cosas escuchar.
Muchos desconsolados vienen a mí
y se ponen a lamentar.
Me tratan como si fuera
la persona que decidieron dejar.
Porque un asiento vacío
con cualquiera se puede reemplazar.”
Ya no quise ni escucharlo ni estar sentado,
y de repente de la mesa me levanté.
Al asiento vacío no lo saludé,
lo dejé como lo había encontrado.
Pagué mi cuenta, y por las calles vacías,
queriéndome de sus palabras olvidar,
me puse a caminar.
El mozo limpió la mesa.
Pasaron cinco minutos y el asiento vacío
vio otro hombre de corazón herido
queriéndolo acompañar.
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¡¡¡¡¡Es hermoso!!!!!
Solo hay que ponerle musica